lunes, 31 de enero de 2011

La verdad sobre el cuento del flautista de Hamelín.


Creo que todos hemos escuchado alguna vez el famoso cuento de los Hermanos Grimm pero… 

¿A que no sabíais que este cuento tenía un trasfondo histórico real? 

De hecho, esta leyenda está basada en una desgracia ocurrida en Hamelín (Brunswich, Alemania) el 26 de Junio de 1284 en la que desaparecieron 130 niños

Según ciertos documentos históricos sí es cierto que la ciudad estaba asolada por una plaga particular en la que las ratas figuraban como  principales protagonistas.

 Según el cuento un día apareció un extraño personaje con peculiares y extravagantes ropas (dando a entender así que no era nativo de aquellas tierras) que prometió librar al pueblo de tan funesta plaga. Y así lo hizo acompañado por un minúsculo instrumento musical: una flauta. Al cabo de unas semanas los roedores desaparecieron misteriosamente ante el estupor de los aldeanos. 
El desconocido reclamó la recompensa prometida, algo que no cumplió la alcaldía, la cual se negó a pagarle, puesto que no creían que él fuera el responsable de la exterminación de las ratas. El flautista tremendamente enfadado se marcha de la ciudad. 

El 26 de Junio de 1284 regresa y mientras todos están en la iglesia, toca su flauta, llevándose consigo a todos los niños de la ciudad como venganza. De hecho históricamente en el muro de la iglesia hay una breve inscripción referida a este evento. Hasta aquí todo coincide con el cuento popular. ¿Verdad?


Ahora bien, vamos a destapar las capas de esta famosa narración. 

Por aquella época, era frecuente una emigración, normalmente, de jóvenes (y con esto me estoy refiriendo a niños de edades a partir de los cinco años, puesto que en aquella época, los niños constituían una mano de obra importante) para colonizar la Europa del Este. Y efectivamente, muchísimos pueblos nacieron por esta época y además en el Este por colonos de origen alemán y francés. 

No es descabellado por tanto, asumir que el famoso flautista podía ser más bien un colonizador o jefe de un potente clan de otras tierras que prometería el oro y el moro a los niños en secreto al descubrir enfadado la negativa de sus padres. Ambos, flautista y niños se harían cómplices de una treta para desaparecer e irse de aquella ciudad que poco futuro podía ofrecer a sus jóvenes nativos. 

Esta teoría es la más aceptada por arqueólogos e investigadores que asumen que el colonizador tendría que haber ejercido como cazador de ratas (una profesión importante, aunque suene mal, por aquellos tiempos) para subsistir. Seguramente la alusión a "flautista" se debía a que tenía un don innato para tocar este instrumento por lo que su fama para crear melodías eclipsaría a todo lo demás, inspirando este hábil cuento. 

¿Nadie tiene curiosidad por saber a dónde fueron los niños de este popular relato? 


 
Pues bien, según varios arqueólogos, los famosos niños de Hamelín serían los primeros fundadores de Hamlinkiov (también conocido como Hamlikov o Hamakov) en Moravia del Sur.  Desgraciadamente este pueblo ya no existe, no quedan ni las ruinas. Fue destruido durante las guerras de los husitas en el siglo XV. Fue posteriormente repoblado por checos pero abandonado definitivamente en el siglo XVI debido a la peste.

 Un apunte interesante es que el principal anfitrión de estas colonizaciones fue el obispo de Olomouc, Bruno, consejero del rey checo Otakar II, y que procedía de un pueblo muy cerca de donde estaba situada la ciudad de Hamelín.  Según muchas fuentes atrajo a Moravia a más de 25000 futuros colonos. ¿Sería el jefe del famoso flautista? Todo parece indicar que sí puesto que a su servicio existían muchísimos “localizadores”.

Una de las muchas casas medievales de Hamelín (Alemania).


Si alguien va de visita a esta mítica ciudad alemana podrá comprobar que hay una costumbre establecida de no cantar ni tocar música en una calle concreta, aquella donde supuestamente se albergaba el famoso flautista y que se denomina lógicamente: “Casa del Flautista”. Es más, en las procesiones o desfiles musicales, las bandas dejan de tocar al llegar a esa calle y continúan tocando, una vez recorrido ese peculiar tramo. 

Fachada de la "Casa del Flautista" en Hamelin.

Qué pena que no tengamos la posibilidad de visitar el pueblo colonizador de Moravia para ver si sus jóvenes ocupantes se acordaron alguna vez de la ciudad y tierra que dejaron atrás. ¿Verdad?
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